
no hizo alarde de su categoría de Dios,
al contrario, se despojó de su rango,
y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.
Y así, actuando como un hombre cualquiera,
se rebajó hasta someterse incluso a la muerte,
y una muerte de cruz.
Por eso, Dios lo levantó sobre todo
y le concedió el nombre-sobre-todo-nombre
de modo que al nombre de Jesús,
toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo
y toda lengua proclame:
"Jesucristo es Señor, para Gloria de Dios Padre".
CÁNTICO DE EFESIOS.

Bendito sea Dios, Padre de Nuestro Señor Jesucristo
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
Él nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo
para que fuésemos santos, e irreprochables ante él por el amor.
Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya, a ser sus hijos,
para que la gloria de su Gracia, que tan generosamente
nos ha concedido en su querido hijo,
redunde en alabanza suya.
Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención, el perdón d elos pecados.
El tesoro de su Gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.
Este es el plan que había proyectado realizar por Cristo,
cuando llegase el momento culminante:
recapitular en Cristo todas las cosas, del cielo y de la tierra.
CÁNTICO DE COLOSENSES.

que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.
Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido
por cuya sangre hemos recibido la Redención,
el perdón de sus pecados.
Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda criatura,
pues por medio de él fueron creadas todas las cosas
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
tronos, dominaciones, principados, potestades,
todo fue creado por Él y para Él.
Él es anterior a todo y todo se mantiene en Él,
Él es también la cabeza del cuerpo, de la Iglesia,
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.
Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud,
y por Él quiso reconciliar consigo todos los seres,
los del cielo y los de la tierra,
haciendo la paz por la sangre de su cruz.
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